Empieza la época de las ensaladas aunque las tomo todo el año pero ahora es el momento de hacerlas como plato único para comer a mediodía. Esta es una de mis favoritas, completa y con sabores pronunciados no te dejará con la sensación de "no haber comido" sino al contrario, es muy saciante gracias al huevo duro y aporta todos los beneficios de las sardinas de lata. Yo me la llevo a la oficina en dos tuper, uno con las lechugas y otro con el resto de los ingredientes para que no se humedezcan las lechugas. El aliño se puede llevar ya preparado en un frasquito de cristal, a la hora de comer solo hay que agitarlo, mezclarlo con las lechugas y añadir el resto de los ingredientes.
Para que la dieta de las ensaladas funcione es importante variar los ingredientes cada día para no aburrirnos y sobre todo controlar la cantidad de aceite del aliño, comer sólo una ensalada con un buen chorreón de aceite de oliva es muy sano pero engorda una barbaridad.... por el contrario, una ensalada sosa y sin aliño resulta intragable.
A mí lo que mejor me funciona es
medir el aliño y mezclarlo previamente en una tacita, después echarlo sobre la ensalada y remover muy bien para que todo se impregne. Yo tengo suficiente con una cucharada de aceite y dos cucharaditas de vinagre suave porque, además de la sal y la pimienta, le añado una cucharada de mostaza y esto potencia muchísimo el sabor. En este caso he utilizado la más clásica, la
Mostaza de Dijon Original Maille. Al igual que escogemos un buen aceite de oliva y un buen vinagre debemos utilizar una buena mostaza. Probad mi aliño y ya me diréis...