Las magdalenas son el dulce casero más común porque se hacen con ingredientes sencillos y resultan muy económicas pero también son muy vistosas y apetecibles. En casa nos encantan y cuando las preparo suelo congelar la mitad, por eso hoy he colocado unos arándanos frescos por encima de las seis magdalenas que íbamos a consumir y he terminado con una cucharadita de azúcar las otras seis que eran para congelar porque se conservan mejor. Ya veis que esta pequeña diferencia hace que parezcan totalmente distintas, las de la fruta quedan redondas y casi se confunden con unos muffins de arándanos, las otras tiene su típico copete.
Para preparar esta receta he partido de mis favoritas, las Magdalenas de coñac que llevan aceite de oliva, limón y algo de licor por lo que resultan muy jugosas y esponjosas. Es ideal usar un aceite afrutado de sabor suave y un vino dulce o un moscatel.
Estas magdalenas están hechas con harina de espelta blanca pero se puede usar una harina de trigo normal. En cualquier caso es importante tamizar la harina junto con la levadura y poner la cantidad justa de ésta para conseguir un buen copete. No es necesario refrigerar la masa por lo que tardaremos muy poco en prepararlas.